La sociedad de la decepción

jueves, 17 de julio de 2008
¿Qué idealización, qué sueño puede durar indefinidamente entre la imperfección de las personas y la repetición de los días? Poco a poco descubrimos aspectos en el otro que no nos gustan y nos ofenden. El amor no es sólo ciego; también es frágil y fugitivo.Las personas que aman en determinado momento dejan de amar porque los sentimientos no son objetos inmutables y las personas no evolucionan de manera sincrónica. Lo que era euforia se vuelve aburrimiento o desánimo, incomprensión o irritación, drama con su ración de amargura y a veces de odio. Las separaciones, los divorcios, los conflictos por la custodia de los hijos, la falta de comunicación íntima, las depresiones que surgen de ahí, todo esto ilustra las desilusiones engendradas por la vida sentimental. En este sentido hay que escuchar a Rousseau:dado que el hombre es un ser incompleto, incapaz de bastarse solo, necesita a otros para realizarse. Pero si la felicidad depende de otros, entonces el hombre está inevitablemente condenado a una felicidad frágil. Depositamos en el otro esperanzas tremendas, pero el otro se nos escapa, no lo poseemos, cambia y nosotros cambiamos. Así cada cual ve burladas sus mejores esperanzas.

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