Ayer me sorprendí. ¿Quién si no yo podía olvidar su edad? Una amiga me recordó, con una sonrisa abierta en la boca que tenía treinta y un años. Sí, y alguien que estaba sentado a mi izquierda comentó: “a mi abuelo también se le olvida su edad, son cosas que pasan”
Ayer me sorprendí de estar haciéndome mayor. Martín tiene ya seis meses y siete días.
Tempus fugit.
Baladilla de la pena de muerte
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Cantando va a trabajar alegremente el verdugo, silbando va a colocar la
cabeza en el tarugo. Dándole los buenos días saluda educado al reo, le dice
con cor...
2 comentarios:
lo sorprendente para mi mas que la edad,mucha o poca,es hasta que punto somos responsables de esas viditas,hasta que punto dependen de nosotros,de lo que les enseñamos.me asusta pensar si lo haremos bien si estamos capacitados.Cuando les"cazamos"un gesto o una expresión nuestra y piensas:Dios mio que están pendientes de ti,de lo que dices y haces porque a fin de cuentas somos su ventana al mundo,aunque ellos tambien lo son para nosotros,no?
Yo solo le pido a Dios que sea muy feliz y que se de cuenta lo más tarde posible de que el tiempo vuela y que todo es finito. tempus fugit.
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