En la página 22 del libro que están leyendo mis alumnos de 2º de la ESO ( El misterio Velázquez) aparece un consejo que le dan al protagonista de la historia, "Niégate a hacer el payaso". Yo siempre había pensado que era importante evitar hacer estupideces o payasadas para que los demás disfrutaran a tu costa y tampoco he disfrutado nunca con las payasadas ajenas, dándome, las más de las veces, lástima, recuerdo ahora, con cierta ternura a compañeros del instituto que eran capaces de jugársela con el profesor si eso suponía la risa del resto, aunque recuerdo varias anécdotas, no es mi intención contarlas ahora.
Sin embargo, sí quiero hacer una confesión: me he convertido en una payasa, pero creo que está sobradamente justificado. Les explico, tantas y consecutivas vienen siendo mis payasadas con mi hijo que he conseguido que cuando me ve se le alegren los ojos, me miran entusiasmados, esperando sonriente e impaciente mi payasada del momento, si alguna vez me demoro en hacer la tontería entonces me provoca él, buscándome, dándome golpecitos, supongo que en ese momento merece la pena hacerle reír sobretodo porque como dijo Miguel Hernández y aún siendo mi situación tan diferente entiendo mejor que nunca estos versos:
Tu risa me hace libre,
me pone alas.
Soledades me quita,
cárcel me arranca.
Boca que vuela,
corazón que en tus labios
relampaguea.
Si hacemos el payaso y con ello conseguimos la risa de alguien y por otra arrancarnos nuestros miedos,preocupaciones, angustias ¿no merece la pena hacer tonterías?